miércoles, 17 de febrero de 2021

Arte, lenguaje y comunicación

 

1-. El arte como lenguaje.

Lo que dentro de nuestro imaginario colectivo calificamos como arte tradicional o arte clásico, por su manera de ser representado y a la vez por lo que representa, es fácil de asimilar a un sistema comunicativo, fácil de entender y de comunicar. Durante el Renacimiento el arte y su comprensión se complicaron: se necesitaban referencias extra, más conocimientos, en teoría, externos al mundo del arte (filosofía, política, literatura…)  para poder captarlo en su totalidad. El arte representaba algo y para entender ese arte había también que conocer ese algo.

Este esfuerzo por comprender que debe realizar el público es sin duda una de las características del arte contemporáneo, ya que, de todas sus propiedades, la que más propia su significado, no tanto su apariencia (y no hay una relación evidente entre ambos).

Es comprensible pensar en el arte como un tipo de lenguaje, ya que su propia expresión nos comunica algo. Sin ir más lejos, la poesía es muy similar a la comunicación verbal. Ahora bien, “arte” es una categoría muy amplia, donde cada campo presenta rasgos propios. Y, cada obra puede ser interpretada de maneras distintas para diferentes personas, de maneras incluso opuestas. Mientras que en la ciencia el lenguaje trata de representar La Verdad, o La Realidad, el lenguaje del arte reconoce y busca otras cualidades como la belleza o la subversión, por ejemplo, aceptando que en la comprensión del significado de la obra influirán el contexto, las vivencias personales, la localización… Por todo esto, el arte no es primariamente comunicativo; pero podemos decir que sí es significativo. Su tipo de comunicación y su lenguaje es mucho más amplio que el de cualquier otra disciplina.




2-. La música como sistema de comunicación.

Los tipos de música y su consiguiente interpretación están inscritos dentro de determinados contextos sociales, culturales, históricos, de clase… y aun así, su aspiración es universal. En todas las partes del mundo se crea música con el fin de expresar algo y se disfruta, parece que es algo que va codificado en nuestros genes. Hasta en nuestros días podemos hablar de esta tendencia a la universalidad, aun cuando se crea música con intenciones únicamente mercantiles, como un sistema de negocio más; porque otra música con otros fines se sigue creando.

Aunque previamente hayamos dicho que la música no es primariamente comunicativa, esto no quita que pueda tener un lenguaje propio, autores como Schopenhauer ya la definían así. Recordemos que lenguajes hay de muchos tipos, no solo este mediante el que yo escribo y tú lees mis palabras: lenguajes de signos, el lenguaje químico de las feromonas, los cantos de las cigarras… El lenguaje es una manera de expresarse, aunque la música sea mucho más abstracta que otros lenguajes que nos pueden venir a la cabeza. Podemos entender lo que un artista puede querer transmitirnos con su pieza, claro que esto siempre estará dentro de unos márgenes y dependiendo de cual era su intención.

 

Recorte de una infografía sobre lenguaje canino

 

 

3-. Comunicar el arte.

Los museos son el lugar paradigmático donde se guarda y protege el arte. Cuando entramos a uno, lo hacemos con la intención de contemplar arte. Ahora bien, ¿por qué tienen la categoría de arte las obras acumuladas dentro del museos? O, más bien, ¿quién ha decidido que eso es arte? Con todas las interpretaciones distintas que pueden surgir a partir de la misma obra, ¿cómo puede existir ese acuerdo? Para George Dickie y su teoría institucional del arte, arte es lo que los expertos (galerías, críticos, coleccionistas, fundaciones…) digan.  Pero, aunque parece obvio que debe de existir una relación entre el arte y lo institucional que aporte características a la definición del arte, no parece ser la única característica que lo determine.

Por una parte, el arte tiene la capacidad de comunicarse. Por ejemplo, la pintura expresa unos sentimientos u otros gracias a los colores, la música mediante los sonidos, la arquitectura mediante los volúmenes… Ahora, con la emancipación del arte contemporáneo, cada vez fueron más necesarias las palabras del artista o de un experto para orientar al público en su comprensión.  Pero no solo es necesaria la comunicación para entender el arte sino también para hacerlo llegar a más personas. Es decir, que desde el arte debe emerger un mensaje artístico y otro informativo/comercial, sobre todo si entendemos que el arte sin receptor no puede darse; que el público es lo que da la etiqueta de arte a una obra.

  

Las pequeñas descripciones al lado de las obras en los museos nos ayudan a entender sus significados. Esto en concreto es una captura del recorrido virtual por el Museo de Arte Indígena de Cuernavaca, México, que puede hacerse mediante el Street View de Google.  

 

4-. ¿Puede el arte no comunicar nada?

Solo puede entender plenamente el mensaje de una obra de arte la o el artista que la ha creado, quien conoce todo el universo simbólico alrededor de la creación. Hasta que la obra llega al público para ser interpretada, el contexto puede alterar sus posibles interpretaciones, hacer emerger unas u otras sensaciones. No hay unas pautas fijas que nos orienten sobre qué características del arte nos van a hacer interpretarlo de una forma u otra. Una vuelta de tuerca se daría si el receptor intentase analizar qué le lleva a interpretar la obra de la manera que lo hace; lo que se traduce en que la obra ayudaría al público a entenderse a sí mismo, no (o no tanto) a entender la obra.

Comprender el arte contemporáneo nos cuesta un esfuerzo, ya no se reduce a la mera contemplación. Desde las vanguardias, el arte tiende a romper con esa aura de elitismo y que le habíamos otorgado. Ahora, cualquier cosa puede ser una obra de arte. ¿Hace esto a las obras de arte más fácilmente comprensibles para el público general? Aunque no necesariamente, lo que sí es cierto es que así el arte se acerca a las personas en su cotidianeidad, lo que, al tenerlo más cerca, da más oportunidades para hacer surgir la experiencia estética.

Algunas corrientes han tratado de crear un arte que no comunique nada, que no sea creativo o que no tenga ninguna función. A nivel personal creo que esto es imposible, que va en contra de la psicología humana. Primero, porque cualquier objeto, imagen mental, sensación…, nos transmite algo, por ahora no somos cyborgs que podamos desprogramarnos para no ser afectados. Pero también porque si lo que define al arte es su capacidad de producir la experiencia estética, si le quitamos esto, deja de ser arte.

lunes, 8 de febrero de 2021

DOS MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS VS. UNA EXPERIENCIA ESTÉTICA

 Las dos manifestaciones artísticas que voy a comparar se dieron casi seguidas. Estimo que fue hace alrededor de cinco años; quizás un año más. Iba a venir a mi ciudad una cantautora llamada La Otra, a quien yo seguía, junto a un poeta. No recuerdo el nombre del chico, tampoco le conocía de antes, pero me animé a ir a verles.

Para ayudar a imaginar la situación, el concierto y el recital iban a ser en un local de izquierdas y LGTB. En concreto, en la sala de abajo, que es un espacio pequeñito con un humilde escenario, sillas plegables y luz tenue. Es decir, yo iba a estar cómoda: era un ambiente con gente, dentro de lo que cabe, afín; además de que la baja luz hacía que no tuviera que estar pendiente de que las personas me mirasen. Más contexto: tengo TOC, trastorno obsesivo compulsivo, diagnosticado desde hace unos cuantos años. Por aquel entonces no me medicaba y mi cerebro a veces era (y es) un caos: nunca estoy relajada, nunca estoy suelta en ninguna situación, pienso millones de cosas a la vez y ninguna buena. Llegar tarde, con amigas y sin luz era el escenario perfecto para no tener que interactuar socialmente demasiado. Esto lo cuento para ayudar a entender el estado mental con el que iba a sumergirme en un recital y en un concierto.

El lugar no era un museo ni un teatro ni un conservatorio; había estado en ese mismo sitio de fiesta y borracha unas cuantas veces. No había personal experto en arte ni reseñas que me guiasen en la interpretación. Era un concierto de una cantautora que hablaba de política y de feminismo, no algo tópicamente artístico.  


La Otra

Sinceramente, recuerdo poco del chico y su poesía. Digamos que no me gusta la poesía. No sé si decir que no me gusta es demasiado fuerte, pero no siento nada. Recitada, la atención se me va a la entonación y las pausas; muchas veces me parece sobreactuación. Como si todos los poetas y poetisas se forzasen a leer de misma manera. No digo que sea así siempre, obviamente, solo que me despista. Y leída, parecido. Siento que los esfuerzos por la métrica o por las rimas, o porque quede bonito, me hacen gastar demasiada energía en centrarme en el mensaje (¿Y por qué en la música no me pasa esto? Pues no lo sé). Sospecho que soy un poco platónica en este aspecto.

Esta vez no fue la excepción. No me desagradó y los temas de sus poemas me eran cercanos; incluso si volviera a toparme con otro de sus recitales, podría repetir. Pero ya está. Comparándome con el resto del público, yo estaba afuera. Ahora pienso en lo curioso que es que el arte tenga la capacidad de dar experiencias estéticas, pero que no las de per se. Que depende de la persona, del contexto, del autor o autora, del tipo de obra… Y me vienen muchas preguntas. ¿El arte incapaz de producir experiencias estéticas es arte? ¿Es el arte más una situación que un producto?


Cuando acabó de leer, arrancó hojas donde tenía escrito sus poemas, y los repartió entre algunas personas afortunadas del público. Como yo fui una de ellas, aquí adjunto la prueba. Me sentí un poco mal al pensar que quizás a otra persona le serviría más llevarse un recuerdo de ese día, pero lo doblé y me lo metí al bolsillo.

 

Después de un pequeño descanso, salió La Otra. En su momento me gustaban muchas de sus canciones, pero voy a centrarme en una llamada Aunque. Sus primeros párrafos dicen así:

Aunque tú ya no estés,
Seguirá amaneciendo.
Aunque tú ya no estés,
Volveré a sonreír.
Aunque te hayas marchado,
Soplarán nuevos vientos.
Aunque te eche de menos,
Brillará el porvenir.
Aunque no salió bien,
Volveré a enamorarme.
Aunque hoy nos desalojen,
Volveremos a okupar.

Y el estribillo:

Seguirá en pie la lucha,
Mantendré la alegría
Y tras cada caída volveré a levantar,
Y aunque a veces me cueste,
Cada vez que tropiece.
Cada vez que me pierda buscaré una vez más,
Buscaré una vez más.


Hacía unos meses que me dejó mi primera pareja. Era una relación horrible por su culpa, ahora no me da ninguna vergüenza decirlo. Sin entrar demasiado en detalles, tras la el final de la relación vino música triste, helados, series y películas románticas, lloros. En fin, una ruptura de amor romántico en toda regla. Entonces descubrí a esta chica. De verdad que creo que ella me salvó, con esa canción lloraba de una forma distinta. Lloraba bien. Cuando estamos tristes es normal que nos apetezca música triste porque queremos sentir más; a veces estar triste es inevitable y necesario. Pero, joder, ya estaba bien.

 


 El día del concierto, esa canción fue tan especial para mí. Si con el anterior chico yo pensaba en lo afuera que estaba de la situación, aquí no pensaba, solo sentía algo bonito. Cuando se me cayó alguna lágrima, mi conciencia tuvo que venir a recordarme que podría haber gente conocida mirándome, y como no quería dar ninguna explicación tenía que limpiarme rápido. Claramente había un vínculo artístico entre la cantante/guitarrista, su canción y yo, aunque ella no supiera de mi existencia. Y creo que esta emoción es lo que caracteriza el arte, que en mi caso fue un sentimiento de esperanza. Pero un sentimiento que fue capaz de moldear todo mi ser hacia el futuro, tanto pensamientos, como sentimientos y como actos.

 Al acabar el concierto fui a hablar con la artista (ventajas de que tuviera lugar en un espacio tan recogido). En cinco minutos le conté todo lo que me había ayudado sin saberlo, y cómo pude identificarme tanto con una canción. Y, ya que tenía la hoja con la poesía, le pedí un autógrafo. Quería acordarme no solo de ella y de el momento, sino también de la sensación.

 



Solo he empleado un par de carillas en describir ambas manifestaciones artísticas, y aun así siento que me daría para dar a luz un par de tesis sobre mis emociones a raíz del arte. En definitiva, mis conclusiones son varias.

Primero, que el arte es contextual. Supongo que esto quería decir Duchamp con el inodoro al sacarlo del baño y colocarlo en un museo, pero yo no me refiero exactamente a eso. Más bien a que la capacidad de una obra artística para tocarnos depende de la historia, del contexto, de la persona. Una misma obra puede interpretarse y aprehenderse de maneras dispares para distintas personas, o incluso para la misma persona en diferentes momentos de su vida.

Y segundo, experiencia estética y producción artística no van de la mano. Yo no entré a ese concierto predispuesta para sentir el arte, o al menos no lo hice conscientemente. Y da igual que al arte lo definan como arte o no, independientemente de eso tendrá el potencial de sentirse como arte (aunque no para todo el mundo). Aquí, otra vez me siento algo, solo algo, platónica; apreciando la belleza estética y ligándola al bien, pero desligándola, a veces, del arte. Por estos motivos, me inclino a pensar que el arte debe tener más que ver con emociones que con su materialidad.

 

Para poner punto final a estos párrafos, diré que esa ruptura ya está bien superada, y que con mis siguientes parejas tuve rupturas amables. Hacía mucho que no escuchaba a La Otra, y ha sido bonito recordarla. Aunque ahora que han pasado años no he sentido lo mismo, los sentimientos positivos siguen ahí.

domingo, 7 de febrero de 2021

Los agujeros negros no emiten ningún tipo de radiación, por eso se llaman negros.

Primero: ¿Los agujeros negros no emiten radiación? Teniendo en cuenta la radiación de Hawking, la cuestión sería elegir si el horizonte de sucesos cuenta como interior o exterior del agujero. En cualquier caso, al producir esta radiación que los agujeros negros vayan perdiendo masa, afirmaré que esta primera parte no es correcta, y que sí emiten radiación.

Segundo: ¿Se llaman negros porque no emiten radiación? Esto ya sería falso debido a lo explicado anteriormente de que sí que la emiten; pero, en cualquier caso, se llaman negros porque absorben todo lo que entra en su campo gravitacional, hasta los fotones, no porque no los emitan. 

Partiendo de estas dos ideas concluyo que el enunciado es falso.