viernes, 22 de mayo de 2020

Pequeña introducción a Google


 En enero de 1996, Larry Page y Sergey Brin, dos estudiantes de posgrado en Ciencias de la Computación en Stanford, desarrollan como proyecto un buscador de internet, al que llamaron BackRub. Un año después, le cambiaron el nombre a Google haciendo referencia al gúgol por el enorme número de páginas e información que ya había en internet. 

Aunque comúnmente por Google entendamos el buscador de texto, Google ahora es también la principal compañía subsidiaria de la empresa multinacional Alphabet Inc., dedicada a la biotecnología y domótica, entre otras. Desde que su motor de búsqueda se estrenó en septiembre de 1999 (con ochenta procesadores y dos routers HP), sus herramientas, páginas y aplicaciones no han parado de crecer. Tras superar como motor de búsqueda a AltaVista, en el 2000 Google estrenó AdWords, su sistema de publicidad y la Barra Google. En 2005 nació Google Maps y Google Earth, en 2006 Picasa, Google Docs, Google Calendar y Google Apps, además de que compró YouTube. Y esta lista parece casi interminable hasta el presente: Gmail, Google Sites, Chrome… 

La popularidad de Google (su motor de búsqueda es el sitio web que más se visita a nivel mundial) y su eficacia (cuenta con miles de servidores) hace que se pueda estudiar sociológicamente a las poblaciones a través de los términos que emplean en sus búsquedas, como sus tendencias económicas o sociales. Pero no todo es un camino de rosas, ya que se sabe que Google ha colaborado con la Red de Vigilancia Mundial: en 2013 se publicó en The Guardian y en The Washington Post cómo Google cedió información de sus usuarios al programa de vigilancia  PRISM, un programa la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense aprobado por G.W. Bush dedicado a recolectar desde 2007 información de la población a través de Apple, Microsoft o Facebook, entre otros. Google se defendió de las acusaciones alegando que “Google se preocupa mucho por la seguridad de los datos de sus usuarios. Proporcionamos información al Gobierno de acuerdo a la ley y revisamos toda petición cuidadosamente. De vez en cuando, algunas personas dicen que hemos creado una puerta trasera en nuestros sistemas, pero Google no tiene tal acceso para que el Gobierno tenga acceso a los datos privados de nuestros usuarios”.[1]

El algoritmo de Google por el que, tras escribir algo en el buscador, en milésimas de segundo, se seleccionan y se nos muestran una serie de resultados, va mejorándose y reforzándose con el paso del tiempo; y esto lo hace para defenderse de quienes intentan manipular los resultados de la búsqueda. Un ejemplo, cuando se buscaba “miserable failure” en Google, como resultado aparecía la página oficial de Bush de la Casa Blanca con su biografía. Para vengarse, sus defensores trataron de hacer lo mismo con Michael Moore. 

Este algoritmo es un poco complejo, pero es posible entenderlo aunque no seamos personas expertas en matemáticas. El primer paso se llama crawling o crawleo. Un crawler, también llado “araña web”, es un pequeño programa diseñado por Google que analiza, rastrea, se pasea por millones de páginas, en busca de la información que el usuario desea. Este crawler empieza desde unas determinadas páginas y, mediante sus enlaces, llega a otras. Es decir, la araña va tejiendo redes de unas páginas a otras. Los crawlers van evolucionando; por ejemplo, con Google Caffeine se empezó a tomar en cuenta la edad que tenían los sitios web (y su posible declive en cuanto a interés o mayor desactualización), y con Google Hummingbird se consiguió que el buscador pudiera responder preguntas y no solo interpretar cada palabra de forma separada. 

Después viene la indexación, la ordenación de lo que nuestra araña ha encontrado. No solo recolecta los sitios con exactamente lo escrito sino que, como es inteligente, entiende cuándo hemos cometido fallos ortográficos o tipográficos, o incluye tanto plurales como singulares, o sinónimos, por ejemplo.  Así es como se forman las SERPS, Search Engine Results Pages, que en castellano conocemos como las páginas de resultados. 

¿Pero cómo son estas ordenadas y clasificadas? El algoritmo PageRank es el que analiza qué páginas colocar entre los primeros resultados. Básicamente, asigna valores numéricos a cada sitio web en función de las referencias que haya a él o de los enlaces a él desde otras páginas (además de tener en cuenta las palabras introducidas para la búsqueda). 

En cualquier caso, las entrañas del logaritmo van cambiando frecuentemente para que no sea fácil para nadie posicionarse entre los primeros puestos sin habérselo ganado, además de que se mantienen en secreto para seguir manteniendo ventaja frente a otros motores de búsqueda.

jueves, 21 de mayo de 2020

Cosmología y ficción


Dentro del catolicismo, que es la religión más cercana culturalmente a mí, se suele afirmar que Dios tiene un plan; un plan para todos y para todo. Todo lo que ocurre lo hace por una razón, aunque con nuestra limitada conciencia humana no lleguemos a comprenderlo, ya que los caminos del señor son inescrutables

Y es que Dios para quienes se dedican a la física, matemáticas o cosmología entre otras disciplinas, es un tema recurrente. Es sabido que Einstein apostó porque Dios no jugaba a los dados, queriendo con esto decir algo parecido a lo expresado en el párrafo anterior: si conocemos todas las variables de un sistema, podremos predecir el comportamiento de cualquier partícula (y el Dios cristiano conoce todas las variables de todos los sistemas). Reformulando a Leibniz, que además de filósofo también era matemático, si vivimos en el mejor de los mundos posibles (al margen del clásico problema de la conjugación de Dios y el mal) es porque, físicamente, no podríamos vivir en otro. Cada paso concreto desde el Big Bang durante aproximadamente 15 000 millones de años hasta este mismo instante podría explicar el actual estado de las cosas; esto es el principio antrópico: si el mundo fuese de otra forma, no habría nadie para preguntarse por qué es así (así lo explica el físico Steven Weinberg). 

¿O no?

Desde hace aproximadamente cien años, la mecánica cuántica apareció como nueva rama de estudio, y con ella el concepto de aleatoriedad. Esto queda patente en el hecho de que muchos de los datos que maneja para sus estudios solo pueden ser usados como grados de probabilidad. 

La conjugación o unificación de la mecánica cuántica con la relatividad general es un tema difícil que todavía sigue estudiándose. Ahora bien, hay un tiempo y un lugar (más o menos) donde cada vez podemos tener menos dudas de que ambas deben fusionarse y de hecho utilizar la teoría de cuerdas: durante la creación, primeras fases del desarrollo y quizás prehistoria del universo. Y es en el estudio del espacio donde podemos poner todas estas teorías a prueba.

Pero a lo que iba es a que no solo mediante este estudio podemos poner teorías a prueba, sino que antiguas verdades se desmontan y aparecen otras nuevas y descabelladas; la teoría de cuerdas ha cambiado el modelo cosmológico estándar. Conforme más pasa el tiempo, nuestra realidad va alcanzando las pasadas ficciones y se desarrollan ante nuestros ojos otras nuevas. 

Lo bonito de esto, para mí, es que la ciencia ficción efectivamente tiene tanto ciencia como ficción, y que muchas veces la ciencia evoluciona enfocándose hacia esas ficciones. Soñamos con alienígenas, con máquinas del tiempo, bucles temporales, mundos con otras leyes físicas, seres de otras dimensiones o realidades alternativas. Y todos estos conceptos, profundamente científicos y fascinantes, pueden llegar a nuestras mentes sin necesidad de pasarnos años estudiando ni física ni filosofía ni cosmología, sino con obras de ciencia ficción. Por supuesto, en la mayoría de las veces llena de inexactitudes, vaguedades teóricas y licencias, pero con su puntito cosmológico científico.

Microbiota en pisos de estudiantes


Cada casa es única a muchos niveles, pero lo que aquí nos interesa es al nivel microbiano. No solo porque cada persona tiene una cantidad y proporción de microorganismos específica sino que también cada habitación puede ser un hábitat diferente. En este pequeño escrito analizaré los inquilinos de un típico piso de estudiantes, habitación por habitación. 

Nada más entrar, los zapatos que traemos de la calle ya contaminan todo el camino por donde pasan, ya que han pisado gérmenes, huevos de parásitos…, en el 90% de los zapatos hay bacterias coliformes (normalmente presentes en las heces). 

En el salón muchas veces se nos olvida limpiar el mando de la televisión, y esto es un error ya que, al ir pasando de mano en mano, caerse al suelo, ser usado comiendo…, alberga una enorme cantidad de microbios (el virus del resfriado suele encontrarse aquí); esto también se aplica a nuestros móviles o al teclado del ordenador.  El polvo suele ser un inquilino habitual, allí encontramos por ejemplo bacterias grampositivas provenientes de nuestra piel, como estafilococos y micrococos. Si tenemos aire acondicionado, es posible que este meta adentro de casa al hongo Penicillium y lo esparza por todas las habitaciones (siendo este causante de algunas alergias).

La cocina, aunque la freguemos cada día, está también plagada de microrganismos, además de los que se hayan usado para fabricar las cervezas de las neveras. En el fregadero se acumulan cacharros y restos de comida, más las esponjas o trapos que permanecen casi siempre húmedos: el fregadero tiene 100.000 veces más gérmenes que el lavabo. De hecho, la bacteria Salmonella puede aguantar hasta dos semanas en esas esponjas húmedas. 

A las tablas de cortar tampoco se les presta la atención debida: el 20% de las infecciones alimentarias son producidas en casa. Aunque la carne cruda pueda contener, por ejemplo, Campylobacter, al cocinarla desaparece. Pero si en la tabla donde la hemos cortado posteriormente cortamos las verduras para la ensalada, o lo hacemos con el mismo cuchillo, corremos el riesgo de la llamada “contaminación cruzada” o toxiinfección. Para quienes tengan la lavadora y el cesto de la ropa sucia en la cocina, estos también deben limpiarse correctamente. Las bacterias Escherichia coli frecuentes en la ropa interior pueden reprducirse en la lavadora gracias al calor y a la humedad. Y en la lavadora, como en la nevera, suelen vivir hongos y moho por entre las gomas. 

Escherichia coli. Fuente: National Institute of Allergy and Infectius Diseases de EEUU.

Intuitivamente podemos pensar que el váter es donde más microorganismos encontraríamos en la casa, pero lo cierto es que, precisamente por pensar esto, tendemos a limpiarlo más. Aunque si al tirar de la cadena no bajamos la tapa, una nube de bacterias y virus fecales se esparce desde el inodoro por todo el baño, por lo que podemos materia fecal tanto en las cortinas de ducha, en las bañeras o en los cepillos de dientes. Los cepillos de dientes de hecho tienen su propio ecosistema debido a la humedad y a las bacterias de la placa dental. Y es que nuestra boca está llena de microorganismos que se pasan de ella al cepillo y viceversa (estafilococos, bacterias coliformes…, además de la ya citada materia fecal). En general, la humedad del baño ayuda a las bacterias gramnegativas, hongos y levaduras a desarrollarse, causantes de las manchas negras de las juntas o baldosas de la ducha. Y, por último, algunos objetos como las brochas de maquillaje, las cuchillas o las maquinillas también albergan gran cantidad de microorganismos que se van acumulando, debido a su continuo contacto con la piel, no siempre limpia. 

Finalmente, la microbiota del dormitorio no tiene nada que envidiar a la de otras habitaciones. A los pomos de las puertas y a los tiradores de los armarios les ocurre parecido al teclado del ordenador: no los solemos limpiar y los tocamos continuamente. La cama, las almohadas, sábanas y pijama merecen ser referenciadas. Cambiar las fundas no es suficiente, ya que se acumula una gran cantidad de células muertas, saliva, secreciones y ácaros del polvo. 

Ilustración de Josemi Benítez

Lo interesante de la microbiota de los pisos de estudiantes es que, como esta depende de la propia microbiota de las personas que lo habitan (y animales), cuando estas cambian (algo muy frecuente cuando se comparte casa), la propia microbiota también, tardando solo alrededor de dos semanas.