lunes, 18 de mayo de 2020

Momento especial

Si tuviese que elegir cual es mi momento espacial, sin tener que pensarlo mucho me vienen dos momentos concretos a la mente. Como los dos son especiales para mí, me tomo la libertad de comentar brevemente ambos.

El primero es de hace bastante tiempo: con diez años le puse nombre a una estrella. No sé muy bien cómo lo conseguí, pero era alguna promoción que organizaba un centro comercial de Zaragoza. Lo que sí recuerdo es lo contenta que iba yo con la certificación del bautizo estelar. Aquí adjunto mi diploma.




Aunque esto lo recuerdo con mucho cariño, realmente no sé la validez que esa certificación tenía o tiene, y tampoco intenté nunca localizar la estrella. Ahora, recordándolo, la he buscado con la app de móvil Sky Map. La estrella en sí no he sabido encontrarla, pero sí la región del espacio por la que está. Entre M104 y M68, y dentro de la constelación Corvus. Revisar esto casi dieciocho años después me ha hecho descubrir tanto a esta constelación como qué son esas M104 y M68: el nombre común de M104 es la Galaxia del sombrero, y el de M68 es un cúmulo globular perteneciente a Hydra; ahora ya suenan más familiares.





Mi otro momento espacial es más reciente, el 13 de febrero de 2019. Yo soy (casi, por una asignatura) graduada en filosofía, y la rama de la ética es mi debilidad, en concreto la bioética. ¿Cómo entablar una conversación en el caso de contactar con otras formas de vida inteligentes? ¿En el caso de que existieran seres de dos dimensiones, podrían comer? ¿Puede haber vida sin basarse en el carbono? ¿Las inteligencias artificiales en qué se diferencian de las naturales, si eliminamos el fetichismo del carbono? Las preguntas absurdas de ciencia-ficción, aunque cada vez con más ciencia y con menos ficción, me encantan.


Realmente, no sé decir por qué seguí tanto al rover Opportunity. Pero cuando el año pasado dijeron que, tras la tormenta de arena que le obligó a permanecer en hibernación, la misión del Opportunity terminaba, yo sentí pena. De repente me di cuenta de que hablaba de Oppy como si fuera una persona, siendo un robot. Cuando vi el vídeo en el que, estando el rover Curiosity por las dunas marcianas, se cantaba a sí mismo cumpleaños feliz, también dio muchísima pena; tanta que lloré. El rover Opportunity, el Spirity o hasta el Curiosity, cualquiera me sirve: un robot pequeñito, caminando él solo por todo un planeta inhabitado durante años, ayudando a la investigación científica de todo un planeta. Entonces me di cuenta de que mi sentimiento estaba siendo compartido por muchísima gente por todo el globo, ¡de repente empezaron a aparecer un montón de memes! ¡La gente sentía gratitud hacia un robot! Un robot que ni era antropomórfico ni compartía la capacidad del lenguaje, y aun así empatizábamos con él.




Oppy nos dejó tras aproximadamente catorce años terrestres. Hablar de él y sentir gracias a él me crea problemáticas morales que necesitarán ser estudiadas en el futuro, pero aun así yo también formo parte de toda esa gente que recordará con cariño, aun sin conocerle, a Oppy.



En este comic, aunque hable del Spirit, emociona igual.
Y aquí yo con una camiseta rindiendo homenaje a Oppy; "Gone but never forgotten".



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