martes, 11 de febrero de 2020

Nuevas tecnologías y comunicación científica

Las nuevas tecnologías, desde luego, han favorecido la expansión de las comunicaciones científicas: rrss, internet, smartphones…, cualquier persona conectada a la tecnología se encuentra con algún tipo de información científica en su día a día.

Esto, tomado en abstracto, es desde luego algo bueno: las personas ahora tienen la capacidad para mantenerse informadas y opinar sobre cualquier tema que les interese. Pueden acceder tanto a los periódicos online, donde suele haber más noticias científicas que en su edición en papel, como a otras páginas o blogs más especializados, si buscan más información o más concreta.

Entonces, ¿cuáles son los problemas? La facilidad con la que se puede crear contenido y difundirlo en la red es accesible para cualquier persona, no solo para la experta en un determinado campo: se generado un proceso de democratización de la ciencia. Esto es bueno en el sentido de que la ciencia es acercada a la gente y la gente es acercada al mundo científico, hay un feed back, los científicos se bajan del inalcanzable estrado donde se les había colocado. Y esto sería fantástico si no tuviera un pero: esto permite que cualquier persona cree y difunda también contenido, al que se le puede otorgar veracidad y protagonismo aunque no la tenga.

El campo de la comunicación, quitando emisoras de radio libres, periódicos independientes, etc; está en gran medida dominado por el sector económico. Las informaciones van marcadas por unos determinados tiempos y por una concreta línea editorial (ojo, la cual está presente hasta en esos otros medios alternativos). Y la comunicación científica no es distinta a la de otros campos, no está exenta de unos contextos sociales en los que se enmarca y que le configuran. Lo problemático consiste en que la comunicación científica no se debe guiar por lo que dicten las mayorías, como ocurre en un sistema democrático. ¿Podremos encontrar en importantes periódicos o páginas web informaciones científicas con carácter antidesarrollistas? ¿Podría la ciencia, llegado el caso, morder la mano que le da de comer? Por poner un contrapunto, decir que la comunicación se ha democratizado es cuestionable: solo lo ha hecho dentro de unos límites. Cualquiera puede hablar, pero a quien más facilidades se le ponga para hacerlo no irá muy desencaminado de la línea mayoritaria.

Otro problema, también a nivel moral, consiste en las estrategias mediante las cuales se comunica la ciencia. La comunicación científica compite en el mercado por ser consumida con otras muchas informaciones, política, cosmética, económica, entre otras. Un mayor consumo genera mayores inversores con capacidad de financiación, por lo que resulta un camino fácil generar informaciones más espectaculares, que atraigan a más personas. ¿Dónde está el límite? Inmersos en un sistema basado en la rentabilidad, parece difícil situarlo.  

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