El avance de las ciencias
biomédicas va generando, conforme se desarrollan, nuevas problemáticas éticas,
sociales y políticas. Textos como este de Sober sobre El significado de la
casualidad genética, (el cual es, en mi opinión, bastante fácil de seguir)
son necesarios si queremos que estos campos de estudio que tocan zonas
sensibles de la moral humana sean comprendidos por la población, otorgando la
posibilidad a esta de forjarse sus propias opiniones.
Probablemente sea utópica una
sociedad donde toda la población esté tan suficientemente informada sobre temas
de controversia pública como para tener su propia libre opinión, pero esto no invalida
que se deba hacer el esfuerzo de divulgar la información necesaria para ello. En
tiempos donde la política y la economía caminan de la mano, es necesaria una
formación (bio)ética que permita la autodeterminación del individuo, entendiendo
los desarrollos científicos también desde lo social.
Un interesante apunte desde el
texto de Sober consiste en que la falta de información también nos hace divagar
sobre problemáticas inexistentes; en la página 327 dice que el asesoramiento
genético, la manipulación medioambiental genéticamente informada y la terapia
de sustitución génica se centran casi exclusivamente en el trato de enfermedades.
¿Tenemos que abandonar el ahondar en los temas de la eugenesia y el
transhumanismo, por ejemplo? No necesariamente, pero al menos sí hacer consciente el hecho
de que todavía no es un problema real lo que podría derivarse de la
intervención genética.
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