Para
analizar el desarrollo y la propagación de enfermedades y para la posterior
toma de decisiones políticas podemos usar herramientas matemáticas, como es el
caso del índice reproductivo. Comúnmente lo abreviaremos como R0 y sirve
para calcular cuántas personas serán finalmente contagiadas a partir del primer
caso.
El
11 de junio de 2009 la OMS clasificó la gripe A (H1N1) con una alerta seis,
como una pandemia en curso (lo que no hace referencia específicamente a la gravedad
de la situación). El virus ya se había propagado por África, América, Asia, Europa
y Oceanía; y el 14 de junio llegó la primera muerte a Europa, dándose esta en
Reino Unido. Las estimaciones sobre el desarrollo de la enfermedad son más o
menos difíciles porque, al ser una cepa nueva, no hay estudios suficientes que
permitan hacer predicciones exactas. Además, aunque hubiese datos fiables de
pandemias con R0
similares en el pasado,
las condiciones materiales (clima, estructura social, dinámicas de poblaciones…)
cambian, por lo que es difícil que puedan reutilizarse. Por esto, las políticas
llevadas a cabo se centraron en prácticas como el distanciamiento social ya que
el virus se contagiaba mediante las secreciones respiratorias (toser,
estornudar, gotitas de saliva…). Las primeras estimaciones (en mayo de 2009) se
enfocaron hacia este número reproductivo del virus, aun teniendo en cuenta que
otras predicciones no podrían hacerse solo en base a eso, como la letalidad o
la hospitalización.
El
12 de junio de 2009 la farmacéutica Novartis junto con la inversión económica
de EEUU produjo el primer lote de vacunas, y el estado español compró en julio
13 millones de unidades, lo que serviría para vacunar entre el 13% y el 14% de
la población. Tras declararse el fin de la pandemia, seis millones de dosis
tuvieron que ser destruidas, tras las pocas personas pertenecientes a los
grupos de riesgo que acudieron a vacunarse; quizás por la desconfianza en una
vacuna que se produjo rápidamente, quizás porque las primeras predicciones se
vieron como alarmistas. Los valores de R0
variaban mucho de unas
zonas a otras: por ejemplo en Canadá el valor medio era 1,31 mientras que en
EEUU estaba entre 2,2 y 2,3 al principio y entre 1,7 y 1,8 después, al contrastar
más datos. En general, su valor fluctuaba entre 1,03 a 2,99. En el estado español,
durante el primer periodo de la pandemia, se estimaba entre 1,29 y 1,01. En
general, afectó a menos personas mayores de las que estimaríamos ya que muchas
estaban ya vacunadas de otras gripes o eran inmunes.
Tras
16 meses de pandemia, se contabilizaron 18.600 muertes; una mortalidad baja en
contraste con que se llegó a infectar entre el 11% y el 21 % de la
población mundial con 493.000 casos confirmados. Una enfermedad deja de ser
pandemia cuando su R0
baja de 1, y así la OMS declaró el 10 de agosto que empezaba el periodo
postpandémico.