La Asociación Española de Vacunología
define las vacunas como "productos
biológicos compuestos por microorganismos muertos (inactivados), atenuados o
partes de ellos, que se administran para prevenir enfermedades infecciosas en
las personas susceptibles de padecerlas", es decir, son un agente que se
introduce en el cuerpo, normalmente por vía intramuscular u oral, con intención
de producir inmunidad frente a una enfermedad. Esto se consigue enseñando
al cuerpo que ese agente es una amenaza, forzando a que el sistema inmunitario
produzca anticuerpos, de manera que el cuerpo la recuerde y esté preparado para
las futuras o posibles situaciones en que la vuelva a encontrar.
Como con todo en
este mundo, las vacunas nos ofrecen beneficios pero también algunos
riesgos.
Dependiendo del
tipo de vacuna podemos esperarnos unos efectos secundarios u otros. Por ejemplo,
en las vacunas compuestas de microorganismos vivos pero atenuados son más
recomendables en adultos ya que crean una infección que el sistema inmunológico
debe combatir. Además, como el agente patógeno sigue vivo, en personas
inmunodeprimidas podría llegar a provocar la propia enfermedad que se trata de
combatir. De hecho, su mayor riesgo y del que más se habla hoy en día son los
efectos secundarios. Desde luego, no provocan autismo, como está ya
completamente asegurado, pero en algunos casos se pueden producir reacciones
adversas fuertes. Hace pocos años causó mucha controversia la vacuna del VPH,
cuyos efectos adversos en
mujeres del estado español hicieron crearse hasta asociaciones de afectadas (quienes
especifican que no son antivacunas). La Asociación Española de Pediatría
cuenta en su blog cómo, tras hacer la OMS una exhaustiva revisión de los
efectos adversos que la vacuna podía provocar, ahora se considera una de las
más seguras.
En cualquier caso
y dejando casos puntuales aparte, la vacunación a gran escala ha permitido que
algunas enfermedades se erradiquen, como la viruela, y que otras sean mucho
menos comunes, como la polio o las paperas que, gente de mi generación las
relacionamos ya solo con la de nuestros abuelos. Lo que es más, vacunarse no solo
protege a la persona que lo haga, sino que ayuda a que las personas no
vacunadas estén menos expuestas, al haber una menor circulación de ese
microorganismo; lo que se conoce como inmunidad comunitaria. Además,
existen calendarios de vacunación al alcance de todo el mundo que facilitan la
tarea de estar informado sobre cuándo y cómo vacunarse correctamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario