jueves, 5 de diciembre de 2019

Hijas de la noche


Entre el 28 y el 29 de septiembre tuve la suerte de participar en la actividad “Senderos de Libertad”. Esta fue una andada de 42 kilómetros desde el pueblo de Fuendetododos hasta Zaragoza, en homenaje a “Los Hijos de la Noche”, un grupo anarquista clandestino dedicado a ayudar a las personas de izquierda en riesgo de asesinato por las fuerzas nacionales tras el golpe de Estado del 36. La andada empezó tras la merienda, se hizo noche al raso, aprovechando para dormir unas poquitas horas, y se retomó antes de la salida del sol, para llegar a Zaragoza a la hora de comer.

Los caminos por los que anduvimos no estaban demasiado preparados para ser recorridos (claro, de eso se trataba). Apenas teníamos cobertura y no nos encontramos con ninguna farola. Usábamos un mapa, muy old school. Yo iba mirando la app Sky Map, aprovechando la diferencia de contaminación lumínica con la ciudad. Con esta aplicación, si apunto con el móvil hacia cualquier dirección, consigo localizar las estrellas, planetas o constelaciones que se encuentren hacia ahí. Esa noche había luna nueva y el cielo estaba despejado, por lo que la visibilidad era perfecta. Yo sé bastante poco de astronomía pero me resulta divertido encontrar las constelaciones. Mientras andábamos, los desconocidos con los que llevé a cabo la marcha se percataron de que yo parecía estar haciendo fotos al cielo nocturno, por lo que mi móvil fue compartido por muchas personas a las que se les despertó esa curiosidad.

Cuando el móvil volvió a mis manos, yo seguí escrutando el cielo. Orión es de las pocas constelaciones que localizo inmediatamente y, aunque la veía en el cielo, no la veía en el móvil. No recuerdo qué otras estrellas me indicaba la pantalla que ocupaban ese punto del espacio en vez de Betelgeuse o Rigel, pero desde luego no eran ellas. ¿El viaje en el tiempo metafórico que hacíamos con la andada habría estado teniendo lugar de verdad? No, tardé un poco pero me di cuenta de que alguien me había desconectado los datos y la cobertura del móvil. Mis compañeros de marcha habían estado localizando las estrellas en un mapa erróneo, y aun así creyeron haberlas encontrado. Qué fácil fue que nuestra percepción fallase, autoconvencernos de que los datos que entraban por nuestros ojos desde el cielo y los que entraban desde la pantalla eran los mismos, cuando efectivamente no lo eran.
En cualquier caso, no nos perdimos, y si nos hubiésemos perdido no habría pasado nada porque, en pleno 2019, no estábamos rehaciendo ese camino huyendo de nadie. 


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