Por “Historia de la Ciencia” podemos entender
todo el conjunto de los aspectos que forman y han formado parte de La Ciencia a
lo largo de la historia (dejando por ahora de lado la pregunta epistemológica sobre
qué es exactamente La Ciencia, ya que esto también delimitará desde dónde empezamos
a contar): sus métodos, sus instituciones, sus valores, la concepción de científico,
desde dónde se le ha financiado…
Lo que nos aporta el estudio histórico de las
prácticas científicas consiste en una visión panorámica, no solo de ellas en
concreto sino de su evolución, de sus nexos, de cómo se interrelacionan con la
ciencia los aspectos económicos, políticos, culturales…, de las distintas
regiones geográficas. En este sentido, cabe traer a colación los estudios CTS
(ciencia, tecnología y sociedad), los cuales investigan, entre otros campos,
cómo la ciencia es afectada por los contextos humanos concretos.
Algo curioso respecto a la Historia de la
Ciencia es que, al igual que la ciencia (más concretamente, su método
científico), se basa en, de forma extremadamente resumida, el estudio de casos
para así poder elaborar predicciones futuras; revisando la ciencia desde la
perspectiva histórica también podríamos llegar a hacer hipótesis de futuro (un
ejemplo clásico es Mendeléyev dejando huecos en la tabla periódica para los
elementos que todavía no habían sido descubiertos; aunque también podrían
hacerse estudios enfocados más a lo social, con sus respectivas predicciones,
como por ejemplo cómo repercute la saturación de información científica en la
aceptación de la población de un tema en concreto, como ocurre por ejemplo con
las vacunas).
El saber sobre historia de la ciencia también
debería aportarnos una perspectiva más amplia, además de una dosis de humildad,
con respecto a nuestras visiones actuales sobre la ciencia: ¿Qué nos lleva a
considerar algo como verdad? ¿Qué se tuvo como normalizado hasta que dejó de
serlo? ¿Qué juzgamos hoy en día sobre la ciencia en el pasado? Que una teoría
se descubra como falsa no debe hacernos desconfiar del resto del edificio
científico: es la evolución normal de la práctica. Siguiendo la misma idea, revisar
ideas o prácticas científicas pasadas nos aporta más contexto para poder, no
solo juzgarlas desde la contemporaneidad (como ejemplos, el doctor J. Marions
Sims que experimentó con mujeres negras en su estudio de la ginecología o el
caso Tuskegee), sino enfocar cómo queremos que sean las futuras. La historia de
la ciencia consiste también en revisar los distintos tipos de racionalidad.
Por otro lado, la historia de la ciencia nos
permite llevar un registro de todas las teorías que han sido desechadas: la teoría
corpuscular de Newton, el flogisto o los neptunistas y vulcanistas, entre otros.
Pero, además, nos ayuda a proteger los distintos saberes locales: podemos
recoger y estudiar los conocimientos de civilizaciones o pueblos ya desaparecidos,
no solo como un añadido a la ciencia sino también a la historia. Porque la
historia de la ciencia, aunque aporte recorrido y experiencia a la ciencia,
también está en inseparable conexión con la historia de la humanidad.
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