Es de sobra conocido que
la Luna afecta de determinadas formas a nuestro planeta. Primero, analizaré
algunas de ellas para posteriormente ponerla en relación con los ciclos de
Milankovitch.
Las mareas:
Quizás este sea el primer
efecto que nos viene a la cabeza. Las mareas se producen por la fuerza de
gravedad que la Luna ejerce sobre la Tierra: nuestro satélite “tira” de los
océanos, levantándolos un poquito. La atracción se nota más en la atmósfera,
que puede variar en kilómetros de altura, mientras que los mares y océanos lo
hacen metros. Además, según la fase en la que se encuentre la Luna, tendremos
marea alta o marea baja.
John Sutherland, químico británico, defiende la
idea de que fueron precisamente estas mareas las que posibilitaron el
surgimiento de la vida. Al retirarse el agua, el sol pudo calentar más
fácilmente esas zonas, creándose las primeras moléculas orgánicas. Él mismo
probó su hipótesis mezclando elementos primitivos y después calentándolos,
produciendo como resultado ARN.
Iluminación
Por una parte, la Luna
nos refleja la luz del Sol, por lo que, sobre todo en fase de luna llena, por
las noches ella nos ilumina. Pero no solo eso sino que, aunque parezca obvio,
sin la Luna también nos perderíamos los eclipses, tanto lunares como solares.
Animales:
La Luna también afecta al
comportamiento de ciertos animales. No solo con los hombres lobo, sino que
afecta a algunos corales y cangrejos, entre otros. Ciertos corales tienen genes
que regulan su reproducción según la fase de la Luna. Los cangrejos sesarmidae
hacen algo parecido: depositan sus óvulos y espermatozoides dependiendo de la Luna.
Un grupo de científicos
suizos también ha estudiado cómo nuestro satélite afecta a los humanos, en concreto a
nuestro sueño. Durante la fase de luna llena, advirtieron que dormimos peor
debido a menores niveles de melatonina. Su hipótesis es que la bajada de esta
hormona se debe a un vestigio de la antigüedad.
De primeras, y para no adelantar acontecimientos,
la Luna no influye directamente sobre el clima, aunque sí que es cierto que
algún estudio afirma que, por efecto de la gravedad, hay un poco más de presión en la zona
de la Tierra más cercana a la Luna, lo que favorece que en esa zona la
temperatura del aire sea más alta, que haya menos humedad y por tanto menos
lluvia. Por otro lado, la Luna también ayuda a que se mantengan los grados de
inclinación con los que la Tierra gira sobre su eje. Sin la Luna, la Tierra
perdería la estabilidad de un eje sobre el que girar, lo que alteraría el clima
para siempre, creando noches y días eternos en según que punto de nuestro
planeta.
En resumen, algunas de
las características actuales de nuestro planeta se deben a los efectos que la
Luna causa en él. Para relacionar esto con los ciclos de Milankovitch, primero
expliquemos qué son.
Los ciclos de Milankovitch,
también llamados variaciones orbitales, se utilizan para explicar los cambios
del clima en la Tierra, además de las variaciones en la radiación solar que nos
llegan, a lo largo de los años y se basan en las interacciones gravitatorias
que se dan entre los objetos del Sistema Solar utilizando tres parámetros: la excentricidad de la órbita, la oblicuidad y la
precesión.
La excentricidad
mide la desviación de la órbita con respecto a una circunferencia perfecta, la
cual se parece a la de una elipse. Cuanta más excentricidad, más diferencia hay
entre la distancia máxima y mínima con respecto al Sol. La oblicuidad es
el ángulo que presenta el eje de la rotación terrestre con respecto a una perpendicular
al plano de la órbita. Cuanta más oblicuidad, más frío hace en invierno y más
calor en verano. Por último, la precesión es el cambio de orientación del
eje de rotación de la Tierra, dando una circunferencia completa cada 26 000
años.
Todos estos movimientos
principales de la Tierra van variando a lo largo del tiempo, aunque sea de
mucho tiempo, y estos son influidos por, entre otros, los efectos gravitatorios
de la Luna; y es aquí donde se relacionan las variaciones de Milankovitch con
ella: nuestro satélite es capaz de afectar al clima de una forma muy lenta y
continua; mediante la fuerza de gravedad que moldea los movimientos de nuestro
planeta.
Fuentes:
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